¡Hola a todos! Bienvenidos a Casos IPADE. Hoy tenemos un episodio que, la verdad, me emociona muchísimo porque vamos a hablar de magia, talento y, bueno, de cómo una empresa puede ser tan creativa como estratégica. Javier, ¿tú alguna vez has visto un show del Cirque du Soleil?Sí, María, y te confieso que la primera vez que fui, salí con la boca abierta. Pero, a ver, cuéntame tú, ¿cómo fue tu experiencia?Mira, fue en Madrid, hace unos años. Recuerdo que desde el primer minuto sentí que los artistas no solo hacían acrobacias, sino que transmitían algo muy auténtico, como si cada uno tuviera una historia detrás. Y ahora que he leído más sobre cómo gestionan el talento, todo tiene sentido. No es solo espectáculo, es una cultura que se nota hasta en los detalles.Totalmente. El Cirque du Soleil ha reinventado la forma de atraer y desarrollar talento. Por ejemplo, tienen programas como Talent Dialogue, donde en vez de hacer evaluaciones tradicionales, se enfocan en conversaciones cada cien días. Es decir, buscan conectar, no solo medir.Y eso se complementa con iniciativas como Cirque Jams y Panache, que, bueno, suenan a fiesta, pero en realidad son espacios para fomentar la colaboración y el reconocimiento. Es como si la creatividad no solo estuviera en el escenario, sino también en la forma en que trabajan juntos.Exacto. Y aquí me surge una pregunta, María: ¿cómo crees que cambia la cultura de una empresa cuando se prioriza el desarrollo del talento sobre el control? Porque, a ver, en muchos lugares todavía se piensa que el control es lo que garantiza resultados.Pues, yo creo que cambia todo. Cuando el foco está en el desarrollo, la gente se siente más libre para proponer, para equivocarse y aprender. Es como lo que hablamos en el episodio sobre emprendimiento en grandes empresas, ¿te acuerdas? Cuando das autonomía, la innovación surge sola. Y en el Cirque, eso se nota en la autenticidad de los artistas, justo lo que sentí la primera vez que los vi.Sí, y además, esa autenticidad se traduce en compromiso. No es solo un trabajo, es pertenecer a algo más grande. Y eso, sinceramente, es difícil de lograr en organizaciones tradicionales.Ahora, hay un tema que me parece brutal: la inversión en formación. Se habla de hasta setenta mil dólares por artista, y ojo, sin garantía de que los contraten después. Es una apuesta fuerte, ¿no crees?¡Totalmente! Es como invertir en una startup sin saber si va a despegar. Pero, ¿sabes? Me parece que eso también habla de la confianza que tienen en su proceso y en la gente. Aunque, claro, también implica riesgos enormes.Claro, y no solo financieros. El Cirque ha pasado por momentos muy duros: accidentes fatales, despidos masivos, crisis financiera... Y aun así, han logrado mantener la motivación y el compromiso. Yo creo que ahí el liderazgo humano ha sido clave. Por ejemplo, después de un accidente fatal, en vez de esconder el problema, apostaron por el acompañamiento emocional y la transparencia. Eso, en mi experiencia, es lo que marca la diferencia en tiempos de crisis.Sí, y también han creado programas para reconvertir la carrera de los artistas. O sea, si alguien ya no puede estar en el escenario, le buscan un nuevo rol dentro de la organización. Eso me parece súper valioso, porque no solo cuidan el talento, sino que lo aprovechan de otra manera.Y aquí me surge otra pregunta: ¿qué implica para una organización invertir tanto en talento sin certezas de retorno? Porque, a ver, en el mundo empresarial tradicional, eso sería casi impensable.Bueno, implica asumir que el valor está en las personas, aunque no siempre puedas medirlo en el corto plazo. Es como sembrar a largo plazo, confiando en que la cultura y el compromiso van a generar resultados, aunque no sean inmediatos. Y, honestamente, creo que muchas empresas podrían aprender de eso.Hablando de aprender, la cultura organizacional del Cirque es un caso de estudio. Prioriza la autenticidad, el compromiso y el desarrollo, no solo de los artistas, sino de todos. Y eso se refleja en los programas de reconversión de carrera que mencionabas, Javier.Sí, justo. Hay casos de artistas que, tras una lesión, encontraron un nuevo propósito dentro del Cirque gracias a estos programas. No es solo un tema de recursos humanos, es una filosofía de vida laboral. Y, bueno, eso me hace pensar: ¿qué pueden aprender las empresas tradicionales de todo esto?Para mí, la lección es clara: no basta con buscar talento, hay que construir experiencias para desarrollarlo. Y una cultura de alto rendimiento no nace del control, sino del compromiso. Es como lo que discutimos en el episodio sobre ética bajo presión: los sistemas y la cultura importan tanto como las decisiones individuales.Exacto. Y, además, ofrecer oportunidades más allá del rol principal, como hace el Cirque, ayuda a retener y motivar a la gente. No todo el mundo va a estar siempre en el escenario, pero todos pueden aportar desde distintos lugares.Bueno, creo que podríamos seguir hablando horas de este tema, pero se nos acaba el tiempo. Espero que les haya inspirado tanto como a nosotros este caso del Cirque du Soleil. Javier, un placer como siempre.El placer es mío, María. Y gracias a todos por acompañarnos en Casos IPADE. Nos escuchamos en el próximo episodio, donde seguiremos explorando historias que nos retan a pensar diferente. ¡Hasta la próxima!¡Hasta pronto!

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Magia y Talento en el Cirque du Soleil